sábado, 25 de febrero de 2012
Video reflexión del domingo 26 de febrero de 2012
sábado, 18 de febrero de 2012
Video Reflexión del Domingo 19 de febrero de 2012
viernes, 17 de febrero de 2012
El Papa continúa su catequesis de la oración de Jesús en la cruz (versión pastoral)
Meditación del domingo 19 de febrero de 2012
Domingo 7 del Tiempo Ordinario
Dios se apiada de nosotros
Isaías en el capítulo 43 descubre, en un primer momento, como Dios ha sido quien ha creado, formado y rescatado a Israel. Le recuerda como lo ha acompañado y no ha dejado que lo arrastren las aguas ni lo queme el fuego: ¡Porque el Señor es el Salvador del pueblo! Pero los israelitas se encuentran dispersos. ¿Qué cosa les puede dar esperanza? El profeta les anuncia que Dios los llamará del destierro, de los lugares entre los que se hayan dispersados. Y ¿Cuál será la garantía de esta promesa?¡No hay que ir al pasado: el pueblo puede dar testimonio de quién es Yahvéh! ¡Hay que abrir los ojos y ver lo que Dios está realizando por su pueblo: pues Él perdona y acompaña aún cuando los hombres hayan abandonado y olvidado a su Señor!
En el Salmo 40 encontramos que el salmista llama dichoso a aquel que se ocupa del pobre, de aquel que está indefenso. No se trata en definitiva de tener una actitud simplemente caritativa hacia el débil: se trata sobre todo de imitar a Dios en su actitud misericordiosa hacia los seres humanos.
En el primer capítulo de la 2ª Carta a los cristianos de Corinto el apóstol les ha hecho notar que el consuelo que recibe de Dios es el mismo que él da a la comunidad. Ciertamente el Apóstol ha vivido momentos difíciles, pero al final el Señor manifiesta su misericordia. Pablo debe tomar decisiones en el modo de evangelizar a sus comunidades: debe ir a una, partir a otra, regresar y volver al punto de partida. ¿En este ir y venir; sufrir y gozar hay indecisión? ¡Ciertamente no! Es Cristo quien manifestado su salvación y seguirá mostrándola. Dios no deja las situaciones inconclusas: Él cumple su palabra. Jesús siempre irá con nosotros y lo constatamos por las primicias del Espíritu que llevamos en nosotros.
En el capítulo 2do de San Marcos vemos que en una casa se ha juntado tanta gente que no permiten que nadie más entre. Recordemos que Jesús ha sanado a algunos que se encontraban dominados por algunos espíritus. ¡Todo esto ha despertado interés por la obra del Maestro! Llama la atención la fe de unos hombres que no los detiene la multitud: ¡Descuelgan una camilla por el techo! Y sorprende, además, las palabras de Jesús hacia el enfermo: "Hijo, tus pecados quedan perdonados". Recordemos que en el tiempo de Jesús enfermedad era igual a pecado. Jesús quiere hacer ver que Él tiene poder no sólo de dar salud, sino de perdonar. Pues si se pensaba que sólo Dios podía perdonar los pecados y levantar a un paralítico: Jesús, manifestará con sus palabras y sus obras, que Él es la presencia palpable del Señor en medio de su pueblo.
P. Óscar Alejandro Hernández Zavala, m. j.
sábado, 11 de febrero de 2012
Video: Meditación del VI Domingo del Tiempo Ordinario
viernes, 10 de febrero de 2012
Patrono de los acólitos
Video: objetos litúrgicos
El Papa nos habla de la oración de Jesús en la cruz (versión pastoral)
Para nuestra formación
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy me gustaría reflexionar con ustedes sobre la oración de Jesús ante la cercanía de su muerte, reflexionando sobre lo que nos dice san Marcos y san Mateo.
En las primeras tres horas, desde las nueve hasta las doce, vienen las burlas de los diferentes grupos de personas, que dicen no creer. Cuando Jesús se acerca cada vez más a la muerte, solo está la oscuridad que cae “sobre toda la tierra”. En la tradición de la Biblia, la oscuridad tiene un doble significado: es un signo de la presencia y de la actividad del mal, pero también de una misteriosa presencia y acción de Dios que es capaz de vencer toda tiniebla. En la escena de la crucifixión de Jesús las tinieblas envuelven la tierra y son tinieblas de muerte en las que el Hijo de Dios se sumerge para dar vida, con su acto de amor.
Pero, ¿qué significado tiene la oración de Jesús, aquel grito que lanza al Padre: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”, ¿la duda de su misión, de la presencia del Padre? ¿En esta oración no es quizás la propia conciencia de haber sido abandonado? Las palabras que Jesús dirige al Padre son el inicio del salmo 22, donde el salmista manifiesta a Dios la tensión entre sentirse abandonado y la conciencia cierta de la presencia de Dios entre su pueblo.
Y esto ocurre también en nuestra relación con el Señor: frente a las situaciones más difíciles y dolorosas, cuando parece que Dios no escucha, no temamos en confiarle todo el peso que llevamos en nuestro corazón, no debemos tener miedo de gritarle nuestro sufrimiento, debemos estar convencidos de que Dios está cerca, aunque aparentemente calla.
Queridos amigos, en la oración traemos a Dios nuestras cruces diariamente, en la certeza de que Él está presente y nos escucha. El grito de Jesús nos recuerda que en la oración, debemos superar las barreras de nuestro “yo” y de nuestros problemas y abrirnos a las necesidades y sufrimientos de los demás. La oración de Jesús agonizante en la cruz nos enseña a orar con amor por tantos hermanos y hermanas que sienten el peso de la vida cotidiana, que viven momentos difíciles, que permanecen en el dolor, sin una palabra de consuelo; traigamos todo esto al corazón de Dios, para que ellos puedan sentir también el amor de Dios que nunca nos abandona.
Benedicto XVI
Sala Pablo VI
08 de febrero de 2012