Cuarto Domingo de
Pascua
Ser
testigos de la salvación de Jesús
En
los Hechos de los Apóstoles encontramos a Pedro y a Juan que han sido apresados
por predicar en nombre de Jesús y por haber dado la salud a un enfermo. Los ancianos,
los maestros de la Ley y los saduceos quieren conocer cuál es el origen de los
signos que realiza Pedro. Simón, sin temor alguno, da testimonio de todo lo que
Dios hace por su medio lo realiza en nombre del Señor. El apóstol los enfrenta
a su responsabilidad en la muerte de Jesucristo y de cómo ellos lo han
despreciado… sin embargo les hace saber que Dios ha puesto en Jesús de
Nazaret la causa de salvación para todo
el que cree en Él: la prueba de la verdad de lo que dice Simón Pedro se
encuentra en el tullido de nacimiento que está presente, totalmente sano, en
ese mismo momento en que los apóstoles son cuestionados.
En
el Salmo 117 encontramos al creyente que da testimonio de aquello que Dios hace
ha hecho por él. El salmista ha clamado y Dios lo ha escuchado. Ha estado rodeado,
cercado por sus enemigos, incluso empujado para ser derribado: ¡Pero el Señor
lo ha salvado! No se trata de una experiencia pasada: este hombre de fe sabe
que Dios no lo abandonará a la muerte, es consciente de que aquello los hombres
desprecian: para Dios es fuerza. Por ello el salmista, agradecido, eleva a Dios
su voz por aquello que le ha dado.
En
la Primera Carta de San Juan el autor nos ha invitado a vivir de acuerdo a
Cristo, a caminar en la luz, a confesar nuestros pecados para recibir el perdón,
a guardar sus mandatos, a amar a nuestros hermanos, a ser de Cristo: todo ello
da un signo de que amamos verdaderamente a Jesús. Pues Dios no nos ama de
cualquier manera: hoy se nos dice que el Padre del Cielo nos ama de tal forma
que nos ha llamado hijos. Y no pensemos que se trata solamente de una forma de
nombrarnos: ¡se trata de una realidad nueva para cada uno de nosotros! De allí
que se tenga que vivir de una manera nueva tal como nos invita el apóstol.
Juan,
un poco antes del pasaje que hoy nos ofrece el Evangelio, presenta a Jesús como aquel que ha curado a
un ciego de nacimiento. Las autoridades judías lo han expulsado por creer en
Jesús. Ese hombre ha descubierto en Cristo a alguien que es escuchado por Dios,
que vive conforme a Él y que hace cosas que ninguno hacía. Hoy Jesús se
identificará como el Buen Pastor. Recordemos que la imagen de pastor se
presenta varias veces en el Antiguo Testamento. Y esa imagen recuerda el
cuidado de Dios, su cercanía y su amor por el pueblo. En lo que Jesús nos presenta
en el Evangelio Jesús invita a estar atentos a aquellos que se dicen pastores y
dejan morir al rebaño: Jesús es el buen pastor que no solamente conoce a sus
ovejas, sus ovejas también lo conocen a Él. Lo más sorprendente de todo es que
Jesús no sólo cuida de sus ovejas: da su vida por ellas.
P. Óscar Alejandro Hernández Zavala, m. j.