1er
Domingo de Adviento
Esperar a Dios a través de actitudes que
demuestren nuestra fe
La primera lectura del libro del profeta Jeremías
es un anuncio de esperanza de parte de Dios hacia el pueblo de Israel. Éste
pueblo que a pesar de ser invadido, débil, desolado y que ha perdido su rey
cuenta con una promesa de esperanza no sólo de volver a ser una tierra en la
que se vuelvan a escuchar cantos, celebrar fiestas, comprar y vender casas,
campos y viñedos... sino que les ha sido dada una promesa de ser una nación fuerte que volverá a tener un rey: un
descendiente de la casa de David que gobernará
a su pueblo Israel. Junto a esa promesa de Dios el pueblo debe encontrar una
forma justa de vivir, de acuerdo a los mandatos del Señor, mientras se espera
esta realidad.
El Salmo 24 es la oración confiada de un
creyente que a pesar de su dificultad pone su confianza en el Señor, pues sabe que
el que espera en Él jamás queda avergonzado. Pues todo aquel que tiene fe en
Dios encuentra caminos, descubre verdades, aprende actitudes de misericordia,
de lealtad y sobre todo de amor por la ley del Señor, que es perfecta.
Los tesalonicenses son una comunidad que se
distingue sobre todo por haber aceptado el Evangelio; más aún por vivir de
acuerdo a esa Palabra de Dios que le ha sido proclamada. Sin embargo Pablo
invita a la comunidad de Tesalónica a perseverar en el seguimiento de Jesús. La
perseverancia tiene que ver no con cumplir preceptos humanos sino con recibir y
expresar el amor del Señor y estar preparados para la venida de Cristo al cual
se sirve ya desde esta tierra.
Hoy san Lucas nos habla, en el capítulo 21 de
su Evangelio, de algunas señales que apuntan al fin del mundo, especialmente a
la destrucción de Jerusalén, la Ciudad Santa. Un aspecto de mayor importancia,
en este pasaje, es la venida en la gloria, del Hijo de Hombre: es decir, de
Jesús. El creyente es invitado no sólo a reconocer esas señales sino a tener una
actitud cristiana que lleve al seguidor de Cristo a la virtud, a la abstinencia
pero sobre todo a la esperanza de que se abrazará un Reino eterno.