Tercer Domino de Adviento
Esperar al Señor con Alegría
Hoy la liturgia nos ofrece en la primera
lectura una parte del breve libro del profeta Sofonías. Este libro, de apenas 3
capítulos, nos habla del día del Señor. El día del Señor es un día en que Dios
destruirá la idolatría, acabará con las naciones enemigas del pueblo elegido, y
quitará a la gente altanera y orgullosa de en medio del pueblo de Israel. Sólo
quedará gente humilde y sencilla que tendrá como virtudes la confianza, la
sinceridad y la justicia. En esta confianza de la acción de Dios se invita, a
los que siguen el camino del Señor, a alegrarse porque lejos de sentirse atemorizados
por el castigo deben experimentar su presencia, su salvación, su amor y su
alegría.
Hoy el capítulo 12 del libro de Isaías es
proclamado a modo de Salmo responsorial en la liturgia y el tema de este
capítulo es una acción de gracias, de parte del pueblo, debido a que Dios le ha
permitido volver a su tierra después de haber sufrido la esclavitud en una
patria extraña y opresora. El que regresa de esa dura experiencia sabe que el
pueblo ya no siente la tristeza de sentir que Dios estaba lejos sino que por el
contrario experimenta su cercanía, gustan de su salvación. Es tan clara su
salvación que el fiel está invitado a anunciar y a gritar con alegría esa gran
acción del Señor a favor de su pueblo.
San Pablo, desde la prisión, escribe una carta
a la comunidad cristiana de Filipo. El Apóstol les hablará a los cristianos de
esa comunidad acerca de las diferentes dificultades sufridas por Cristo no sólo
en su persona sino también de las adversidades que ellos viven y de las
dificultades a las que tienen que hacer frente. Los previene contra los que
quieren que tomen costumbres judías, los pone en alerta invitándolos a mantenerse
unidos. Los anima para que sigan siendo esa comunidad que ama a Cristo pues
Pablo sabe, por experiencia propia que sólo el Señor es lo que le da vida a él
y a la comunidad. Sólo en Jesús la comunidad puede encontrar y testimoniar esa
alegría. Pues el apóstol sabe que el que espera al Señor, imitando sus
virtudes, es el único que puede experimentar, continuamente, el verdadero gozo.
El domingo pasado reflexionábamos, también con
el evangelista Lucas, acerca de preparar el camino del Señor. ¿Cómo era preparar
ese camino? Con actitudes de conversión, con un cambio de vida. No basta recibir
el bautismo de Juan para salvarse: el cambio de vida debe manifestarse en algo
más profundo. Por esto el Bautista invita a la gente a compartir el vestido, la
comida. A los cobradores de impuestos los invita a no robar. A los soldados los
invita a no amenazar, a no acusar injustamente y a no querer tener más de lo
que reciben como sueldo. Cada uno en su nivel de vida debe ser signo no sólo de
que se arrepiente sino de que espera al Señor con una actitud nueva en su
estilo de vida.
P. Óscar Alejandro
Hernández Zavala, m. j.