Para nuestra formación
En este último
miércoles de agosto, es la memoria litúrgica del martirio de San Juan Bautista,
el precursor de Jesús. En el calendario romano, es el único santo del cual se
celebra tanto el nacimiento, 24 de junio, como la muerte producida a través del
martirio.
En los
evangelios se destaca muy bien su papel en relación con Jesús. En particular,
san Lucas narra el nacimiento, la vida en el desierto, la predicación, y san
Marcos nos habla de su trágica muerte en el Evangelio de hoy. Juan el Bautista
comenzó su predicación en el periodo del emperador Tiberio, en el año 27-28
d.c., y la clara invitación que dirige a las personas que acudían a escucharlo,
es preparar el camino para acoger al Señor, para enderezar las sendas torcidas
de la vida a través de un cambio radical del corazón (Ver: Lucas 3, 4). Pero el
Bautista no se limita a predicar la penitencia, la conversión, sino que,
reconociendo a Jesús como el "Cordero
de Dios" que vino a quitar el pecado del mundo (Juan 1, 29), tiene la
profunda humildad de mostrar a Jesús como el verdadero Mensajero de Dios,
haciéndose a un lado para que Cristo pueda crecer, ser escuchado y seguido.
Queridos
hermanos y hermanas, celebrar el martirio de san Juan Bautista nos recuerda
también a nosotros, cristianos de este tiempo, que no se puede quedar en
arreglos en el amor a Cristo, a su Palabra, a la Verdad. La Verdad es Verdad,
no hay arreglos. La vida cristiana requiere, por así decirlo, el "martirio" (testimonio) de la
fidelidad diaria al Evangelio, el valor para dejar que Cristo crezca en
nosotros y sea Cristo quien dirija nuestro pensamiento y nuestras acciones.
Pero esto puede suceder en nuestras vidas solo si es sólida la relación con
Dios.
La oración no
es una pérdida de tiempo, no es robar espacio a las actividades, incluidas las
apostólicas, sino es exactamente lo contrario: solo si somos capaces de tener
una vida de oración fiel, constante, segura, Dios mismo nos dará la fuerza y la
capacidad de vivir de un modo feliz y sereno, superar las dificultades y
testimoniarlo con valor. San Juan Bautista interceda por nosotros, para que
sepamos mantener siempre la primacía de Dios en nuestras vidas.
Benedicto XVI
Plaza de Castelgandolfo
29 de agosto de 2012