26 Domingo del Tiempo Ordinario
Estar
en sintonía con la voluntad de Dios
Para
Moisés no fue fácil ser el guía del pueblo de Dios. El pueblo que salió de
Egipto no siempre supo enfrentar las dificultades que encontró por el desierto.
Ciertamente ellos quería libertad, pero se olvidaron que cruzar, por largo
tiempo, ese lugar árido tendría momentos ¡Más que difíciles! Moisés en algún
momento sintió el peso de estar al frente del pueblo: ¡Llegó a hartarse! Sin
embargo no se echó atrás y Dios le concedió una ayuda para poder llevar
adelante su misión. Dios le dio, a 70 ancianos, un espíritu semejante al de
Moisés para ayudarlo en su misión. El libro de los números nos presenta en qué
forma surgen los celos entre los servidores de Moisés. De esos 70 elegidos dos
no estaban en el tiempo señalado y en el lugar preciso. Sin embargo había
recibido ese Espíritu. Y algunos buscan que no se les permita actuar. Los que
piensan así no son los extraños: ¡Son los más cercanos a Moisés! Sin embargo éste
se alegra porque Dios realiza sus obras en medio del pueblo.
Cuando
amamos algo buscamos distintos modos de nombrar esa realidad. En el salmo 18 el
creyente utiliza diferentes formas para describir la Palabra de Dios y señala
distintos frutos que se obtienen cuando uno está atento a esa Palabra. El salmista nos ofrece distintos modos de
llamar a la Palabra y distintas realidades que ella nos hace experimentar:
1)
La ley del Señor es perfecta y es alivio para el
alma
2)
Los decretos del Señor son confiables y dan sabiduría al sencillo.
3)
El temor del Señor es puro y permanece para
siempre.
4)
Los juicios del Señor son verdad y enteramente
justos.
La
Palabra del Señor tiene poderosos dones para quien la escucha. El salmista está
atento a la Palabra no sólo para alcanzar el auxilio de Dios sino para
encontrar en ella humildad y la capacidad de vivir conforme a lo que ella pide.
Dios
nos ha dado todo. Jesús, su Hijo, nos ha entregado el más precioso regalo: su
propia vida. Los cristianos están llamados a ser discípulos de Cristo y aún
más: están invitados a imitar al maestro en su generosidad y en su caridad
hacia el pobre. Al hablar de esa generosidad de Dios el apóstol se verá en la
obligación de hablar a los ricos. Santiago hablará a aquellos que se enriquecen
por medio de la corrupción, y también a aquellos que se olvidan las necesidades
de sus hermanos y hermanas. Santiago, al igual que Jesús, hablará a la
comunidad para prevenirla de la ambición. El dinero puede convertirse en un
falso dios que puede conducir, a aquel que vive para él, a la destrucción y a
la muerte.
Marcos
nos presenta una situación especial: alguien que no es apóstol está curando en
el nombre de Jesús. Para algunos, que son sus discípulos, esto resulta algo
incorrecto. Sin embargo, Jesús les enseñará un gran verdad: el que está con nosotros está a nuestro
favor. Es decir todo aquel que desea el bien hará cosas buenas. Para
Jesucristo la señal de ser auténtico Hijo de Dios se encuentra en el deseo de imitarlo
en su testimonio de amor, en el cuidado de los pequeños y en seguir el camino que
conduce al Padre.
P. Óscar Alejandro
Hernández Zavala, m. j.