Domingo 22 del Tiempo Ordinario
Dios
nos regala su sabiduría a través de la Palabra
Las
obras del Señor están llenas de sabiduría. El pueblo lo ha descubierto en el
modo en como Él lo ha creado el universo, la manera en la que los liberó de la
esclavitud. Los israelitas fueron testigos de la forma en como los condujo a
través del desierto, los liberó de sus enemigos y los condujo a la montaña
santa. En el libro del Deuteronomio encontramos que el Señor no sólo ha
mostrado todos estos signos a los israelitas, descubriremos que hay algo más
que Dios les regala: la fuente de la sabiduría manifestada a través de su Ley.
Si el fiel actúa, conforme a esos mandamientos, será testimonio, para los demás
pueblos, que no sólo es poseedor de esa sabiduría divina sino que goza, además,
de una tierna cercanía de Dios.
El salmista
nos descubre en el Salmo 15 la clave para vivir en la presencia de Dios es obrar
bien. Dios ha trazado el camino que conduce hacia él a través de su ley. En
este salmo se nos descubre que al Señor le agrada la justicia, la verdad, el
respeto a los otros. Las actitudes contrarias a los mandamientos hacen que el
creyente se sienta lejos de la presencia de Dios.
Santiago,
en su carta, invita a la comunidad cristiana no sólo a conocer la ley, sino a
vivirla. El cristiano debe ir más allá del plano sentimental e intelectual de
la Palabra: el seguidor de Jesús debe hacer vida su mensaje a través de la
caridad y las buenas obras. No tomar en cuenta el consejo del apóstol hará
inútil la escucha y el conocimiento de esa buena noticia venida de Dios.
Los
judíos del tiempo de Jesús estaban llamados a observar la ley de Dios. Los
mandamientos, por entonces no se limitaban a los diez, había otros mandatos y
otras reglas sugeridas por la ley. Muchos contemporáneos de Jesús se perdieron
en los mandamientos menos importantes dejando de lado los que eran básicos. Hoy
Jesús, a través de san Marcos descubre que algunos hombres que conocen la ley y
la invitan a seguir, escribas y fariseos, se han centrado en el exterior más
que en el interior. El problema de estos hombres que es que no tenían claro que
era más importante la actitud interna que la externa. Jesús les enseñará, con
palabras simples, que la limpieza del corazón hace puros y espontáneos todos
los actos de nuestra vida.