Domingo 16 del Tiempo Ordinario
Sentirnos
continuamente guiados por Dios, nuestro Pastor
Una
de las virtudes que el Señor ama es la justicia: la Palabra de Dios es una
invitación constante a vivir esta virtud. Jeremías después de haber denunciado
la ausencia de la justicia por parte de los gobernantes y sus servidores les
anuncia que vivirán momentos trágicos en una ciudad extraña y su tierra sufrirá
la destrucción. Pero esta injusticia no sólo alcanza a los gobernantes sino
además a los que guían espiritualmente al pueblo de Israel. Si gobernantes y
líderes religiosos se han olvidado del pueblo: ¿Quién se preocupará de Él?
¡Dios es el verdadero pastor que promete reunir al Pueblo! ¡El Señor promete
hoy, por boca del profeta, hacer surgir a alguien que verdaderamente guíe al
pueblo por sus caminos a través de la justicia y la prudencia!
En
el Salmo 22 encontramos nuevamente a Dios representado como un pastor. ¡Pero no
es cualquier pastor! Es alguien que guía al pueblo en la confianza, en el
cuidado, en el amor por sus ovejas: el cuida, alimenta y protege a los suyos
aún en medio de la oscuridad. La figura de Dios como el Pastor de Israel la
encontramos varias veces en la Biblia. Sin embargo este salmo nos muestra la
experiencia del salmista de sentirse protegido, alimentado, y guiado por Dios.
La
carta a los Efesios despierta a la conciencia del gran amor que Dios tiene por
nosotros: nos hizo sus hijos, nos rescató, perdonó nuestros pecados, nos selló
con su Espíritu. ¡Dios es rico en misericordia! Y nosotros hemos sido abrazados
por este gesto de compasión de nuestro Padre del Cielo en la persona de
Jesucristo. La promesa de un liberador que esperaba Israel, como pueblo elegido
no sólo fue cumplida para ellos: ¡todos los pueblos son llamados a esa salvación!
Por tanto estamos llamados a superar la división y el odio que Jesucristo ha
destruido por la fuerza de la cruz. De allí que el cristiano está llamado con
su actitud a dar prueba de vivir conforme a ese amor que tiene su base en el
verdadero Amor divino.
Marcos
nos presenta en los primeros capítulos de su Evangelio a Jesús, que cura, que
se compadece, que elige a los doce para que lo ayuden en su misión, que
enfrenta la ceguera de sus contemporáneos, que instruye a la gente en el amor
del Padre, que vive la incomprensión de sus paisanos y que finalmente sufre con
la muerte de Juan Bautista. Vemos a Jesús que hoy quiere apartarse para
descansar con los suyos. ¡Las experiencias han sido fuertes y el trabajo ha
sido duro! Sin embargo la gente acude a Él: ¡Y Él no la rechaza! Jesucristo
toma la actitud del Padre de los cielos: recibir a los que lo buscan, ser pastor para todos
aquellos que tienen necesidad de sentir la presencia de Dios que verdaderamente
los ama.