Primer Domingo de Cuaresma
La
auténtica interpretación de la Palabra de Dios sostiene nuestra fe
La
profesión de fe de un pueblo es aquello que le recuerda su historia y el modo
en que Dios actúa a lo largo de esa historia por amor a ese pueblo suyo. Los
judíos tenían ese credo expresado en recordar a Abraham que por la fe había
creído en lo que Dios le había mandado. Recordaban también en esa profesión de
fe la estancia de la familia de la familia de Jacob y sus descendientes en
Egipto, de su clamor a Dios en los momentos de esclavitud, de su liberación a
través de Moisés. De las maravillas del paso del Mar Rojo y su compañía por el
desierto. Estas creencias forma parte de esa profesión de fe que nos ofrece hoy
el libro del Deuteronomio y han de ser el testimonio de fe de todo aquel que
entre en la tierra prometida.
De
una verdad estaban convencidos los judíos: Dios está cerca de los que viven de
acuerdo a su voluntad. Y precisamente esto es lo que encontramos en el Salmo
90. Es la confianza plena en Dios de todo aquel que lo teme. No hay nada que
pueda apartarlo de Él, no hay nada que deba acobardarlo pues es el Señor quien
lo protege, quien no le permite caer, quien lo lleva entre sus manos. La
situaciones que ponen en peligro su vida y su alma son alejadas por Él y sus
ángeles.
San
Pablo en la carta a los Romanos les habla de la fe. La fe es creer en Jesús y
vivir de acuerdo a su ejemplo y su Palabra. Esa Palabra es sencilla de escuchar
y fácil de entender… ¡pero no basta!: debe ser vivida y anunciada. El que cree
en Jesús no sólo descubre que ese hombre es el Hijo de Dios: también
experimenta su salvación. De allí que no importe si se es, o no, del pueblo
elegido. Lo que interesarán ahora serán las actitudes de amor y confianza en
Dios para hacerse dignos de pertenecer a ese nuevo pueblo ganado por la sangre
del Hijo de Dios.
El
Evangelio de Lucas nos presentará, el día de hoy las tentaciones de Jesús en el
desierto. Jesús será tentado en tres aspectos: 1) La necesidad humana de
alimentarse. 2) La confianza plena en Dios. 3) Y el descubrimiento de la
verdadera identidad de Dios. El Demonio juega a presentar estos tres aspectos
apoyado a Jesús mostrándolos como lo más importante incluso de manera falsa
apoyará algunas de sus tentaciones en la Palabra de Dios. El conoce esa palabra
pero se apoya en ella de manera falsa y engañosa. Jesús descubre su táctica de
engaño y como Él es la misma palabra hecha carne nos descubrirá el verdadero
significado de la necesidad humana, la verdadera confianza en Dios y a quien se
le debe, verdaderamente, la auténtica adoración.
P. Óscar Alejandro
Hernández Zavala, m. j.