jueves, 19 de septiembre de 2013

Meditación domingo 22 de septiembre de 2013




Domingo 25 del Tiempo Ordinario

Dios muestra su grandeza acercándose a los humildes

Los profetas del Antiguo Testamento frecuentemente ven a Dios como defensor de los pobres y en esta defensa se encuentra la protección de los olvidados. Los elegidos del Señor saben que Él, como Todopoderoso, merece ser adorado. La adoración no se da en la actitud exterior, sino que esa adoración debe ser la actitud que tiene su origen en el corazón del hombre y debe estar presente, también, en la relación con los semejantes. El pueblo santo de Israel no sólo debe tener santidad gracias a Yahvéh sino que sus actos deben reflejar esta santidad. Si alguien piensa que en las acciones sagradas está permitida la maldad: ¡Está totalmente equivocado! Dios no ama las malas intenciones dentro del hombre. El Pastor de Israel no es cómplice de las personas injustas. Dios, por el contrario, destruye esa clase de actitudes y desprecia al tipo de gente que pacta con la maldad. Las acciones sagradas deben ser la oportunidad de dar gloria a Dios y no deben convertirse en la oportunidad de aprovecharse de sus hijos e hijas.

El Salmo 113 es la prueba del cuidado de Dios hacia los pobres. El Señor, de ninguna manera, ama la humillación de los hombres y de las mujeres. Nuestro Dios no quiere ver a su pueblo en el suelo. El suelo significa la humillación, la explotación, u opresión del pueblo santo. Para el Padre de los cielos cada uno de sus hijos o hijas es importante. Dios no quiere ver a sus hijos sufriendo: y cuando se da una de estas situaciones ¡Él muestra su   misericordia y su poder levantándolos de su humillación!

En la segunda lectura san Pablo se dirige a Timoteo, que es un obispo de la comunidad cristiana. Su misión era estar atento a la comunidad, reaccionar cuando el pueblo tomara un rumbo equivocado, debía orientar sus pasos hacia Jesús,  y además, debía prevenirlos cuando algún falso cristiano quisiera sembrar mala semilla en medio de la comunidad. Como pastor de esos seguidores de Jesús, Pablo aconseja a Timoteo acerca de cual debe ser su modo de enseñar a los creyentes. Comúnmente los poderosos no cuidan de los pequeños, comúnmente los humillan y oprimen… para hacer frente e este tipo de actitudes: ¿Cuál debe ser la correcta actitud cristiana? San Pablo sorpresivamente aconseja a Timoteo a orar por los que gobiernan. ¿Por qué esta actitud? Hay una doble razón: Las oraciones pueden iluminar la mente de quien gobierna, en la guía y el cuidado del pueblo. Y la segunda y más importante: es que Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. La salvación no sólo es para los seguidores de Jesús sino para todos. 

El Evangelio del día de hoy nos presenta una actitud que se daba comúnmente entre los malos administradores del tiempo de Jesús. Estas personas, que frecuentemente engañaban y robaban a sus patrones, perdonaban a los que les debían con el fin de asegurarse un futuro una vez que se veían despedidos de su trabajo. Jesús toma de este ejemplo la actitud que debe tener el cristiano respecto al dinero. ¡No para engañar! sino para darle al dinero el uso correcto. El dinero tiene un doble poder: o ser causa de injusticia o ser medio para ayudar a otros. El cristiano no debe usar el dinero como medio para hacer mal a los hombres y mujeres: ¡Por el contrario! Jesús nos invita a convertirlo en un instrumento para hacer justicia, verlo como un don que Dios pone para hacer el bien. Cristo también nos previene contra la actitud de convertir la riqueza en un objeto que llegue a competir con Dios o le quite su lugar.

P. Óscar Alejandro Hernández Zavala, m. j.