viernes, 20 de julio de 2012


Reflexión del Domingo 22 de julio de 2012

Ya puedes encontrar el video de la Reflexión del domingo 22 de julio de 2012 al final de las entradas de este blog de San Esteban.

O bien da click en este enlace que te ofrezco a continuación.


¡Que Dios te regale un buen domingo!

jueves, 19 de julio de 2012

Reflexión del domingo 22 de julio de 2012



Domingo 16 del Tiempo Ordinario

Sentirnos continuamente guiados por Dios, nuestro Pastor

Una de las virtudes que el Señor ama es la justicia: la Palabra de Dios es una invitación constante a vivir esta virtud. Jeremías después de haber denunciado la ausencia de la justicia por parte de los gobernantes y sus servidores les anuncia que vivirán momentos trágicos en una ciudad extraña y su tierra sufrirá la destrucción. Pero esta injusticia no sólo alcanza a los gobernantes sino además a los que guían espiritualmente al pueblo de Israel. Si gobernantes y líderes religiosos se han olvidado del pueblo: ¿Quién se preocupará de Él? ¡Dios es el verdadero pastor que promete reunir al Pueblo! ¡El Señor promete hoy, por boca del profeta, hacer surgir a alguien que verdaderamente guíe al pueblo por sus caminos a través de la justicia y la prudencia!

En el Salmo 22 encontramos nuevamente a Dios representado como un pastor. ¡Pero no es cualquier pastor! Es alguien que guía al pueblo en la confianza, en el cuidado, en el amor por sus ovejas: el cuida, alimenta y protege a los suyos aún en medio de la oscuridad. La figura de Dios como el Pastor de Israel la encontramos varias veces en la Biblia. Sin embargo este salmo nos muestra la experiencia del salmista de sentirse protegido, alimentado, y guiado por Dios.

La carta a los Efesios despierta a la conciencia del gran amor que Dios tiene por nosotros: nos hizo sus hijos, nos rescató, perdonó nuestros pecados, nos selló con su Espíritu. ¡Dios es rico en misericordia! Y nosotros hemos sido abrazados por este gesto de compasión de nuestro Padre del Cielo en la persona de Jesucristo. La promesa de un liberador que esperaba Israel, como pueblo elegido no sólo fue cumplida para ellos: ¡todos los pueblos son llamados a esa salvación! Por tanto estamos llamados a superar la división y el odio que Jesucristo ha destruido por la fuerza de la cruz. De allí que el cristiano está llamado con su actitud a dar prueba de vivir conforme a ese amor que tiene su base en el verdadero Amor divino.

Marcos nos presenta en los primeros capítulos de su Evangelio a Jesús, que cura, que se compadece, que elige a los doce para que lo ayuden en su misión, que enfrenta la ceguera de sus contemporáneos, que instruye a la gente en el amor del Padre, que vive la incomprensión de sus paisanos y que finalmente sufre con la muerte de Juan Bautista. Vemos a Jesús que hoy quiere apartarse para descansar con los suyos. ¡Las experiencias han sido fuertes y el trabajo ha sido duro! Sin embargo la gente acude a Él: ¡Y Él no la rechaza! Jesucristo toma la actitud del Padre de los cielos: recibir  a los que lo buscan, ser pastor para todos aquellos que tienen necesidad de sentir la presencia de Dios que verdaderamente los ama.

P. Óscar Alejandro Hernández Zavala, m. j.

El Papa nos invita a poner a Cristo como centro de nuestra vida (Versión pastoral)



Para nuestra formación

¡Queridos hermanos y hermanas! En el calendario litúrgico el 15 de julio es la memoria de San Buenaventura de Bagnoregio, franciscano, Doctor de la Iglesia y sucesor de San Francisco de Asís en la guía de la Orden de los Frailes Menores. Él escribió la primera biografía oficial de San Francisco, el Pobrecillo de Asís, y al final de su vida también fue Obispo de esta Diócesis de Albano. En una carta suya, Buenaventura escribe: «Confieso ante Dios que la razón que me ha hecho amar más la vida del beato Francisco es que ella se parece a los inicios y al crecimiento de la Iglesia». Estas palabras nos remiten directamente al Evangelio de este domingo, que presenta el primer envío en misión de los Doce Apóstoles por parte de Jesús. «Jesús llamó junto a sí a los Doce – cuenta san Marcos – y comenzó a enviarlos de dos en dos (...). Les ordenó que no tomaran nada para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinturón; sino: «Calzar sandalias y no llevar dos túnicas» (Marcos 6, 7-9). Francisco de Asís, después de su conversión, practicó a la letra este Evangelio, llegando a ser un testigo fiel de Jesús; y asociado de modo singular al misterio de la Cruz, fue transformado en «otro Cristo», tal como lo presenta San Buenaventura. 

Toda la vida de San Buenaventura, así como su reflexión acerca de Dios tienen como centro inspirador a Jesucristo. Esta centralidad de Cristo la encontramos en la segunda Lectura de la Misa de hoy (Efesios 1, 3-14), el famoso himno de la Carta de San Pablo a los Efesios, que comienza así: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo». El Apóstol muestra por tanto cómo se ha realizado este designio de bendición, en cuatro pasajes que comienzan todos con la misma expresión «en Él», referida a Jesucristo. «En Él» el Padre nos ha elegido antes de la creación del mundo; «en Él» tenemos la redención mediante su sangre; «en Él» nos hemos convertido en herederos, predestinados a ser «alabanza de su gloria»; «en Él» cuantos creen en el Evangelio reciben el sello del Espíritu Santo. Este himno paulino contiene la visión de la historia que San Buenaventura ha contribuido a difundir en la Iglesia: toda la historia tiene como centro a Cristo, que garantiza también novedad y renovación en toda época. En Jesús Dios ha dicho y dado todo, pero puesto que Él es un tesoro inagotable, el Espíritu Santo jamás termina de revelar y de actualizar su misterio. Por tanto, la obra de Cristo y de la Iglesia no retrocede, sino que siempre avanza. 

Queridos amigos, invoquemos a María Santísima, a quien mañana celebraremos como Virgen del Monte Carmelo, a fin de que nos ayude, como San Francisco y San Buenaventura, a responder generosamente a la llamada del Señor, para anunciar su Evangelio de salvación con las palabras y, ante todo, con la vida. 

Benedicto XVI
Angelus, 15 de Julio de 2012
Castelgandolfo

sábado, 14 de julio de 2012

Reflexión del Domingo 15 de julio de 2012



XV DOMINGO ORDINARIO

NUEVA EVANGELIZACIÓN

Al reflexionar las lecturas de este domingo y siendo conscientes de los desafíos que el mundo moderno ofrece a la Iglesia, vemos que hoy está la necesidad de una nueva evangelización. ¿En qué puede consistir esa nueva evangelización? ¿Dónde puede estar su novedad? ¿Qué hemos de cambiar? ¿Cuál fue la intención de Jesús al enviar a sus discípulos a prolongar su tarea evangelizadora?

La llamada de Dios a Amós, la llamada de Jesús a los doce y el propio ejemplo de Pablo, no son casos excepcionales ni significa que la invitación sólo sea para un algunas personas (por ejemplo obispos, sacerdotes, religiosos).La llamada es para todos. En Amós no encontramos a un profesional o un experto que estuviera vinculado a algún santuario, es una persona común, un pastor y campesino que es enviado a dar a conocer a su pueblo la llamada de Dios.

Evangelizar significa anunciar, como lo hace san Pablo desde su experiencia, que Dios nos ha bendecido con toda clase de bienes; que Él nos eligió y ha querido que por medio de Jesucristo fuéramos sus hijos. Es anunciar que hay que ponerse en camino, en el camino de Jesucristo, que significa creer en él y querer actuar como él para que el Reino de Dios se haga presente.

Pero para llevar a cabo esta tarea, el cristiano debe estar convencido y caminar con la otra gente que también se esfuerza por realizar esos anhelos: anhelos de una vida más digna, de una mejor comunicación entre las personas, de una convivencia más agradable, de una experiencia más profunda de Dios. Pero no solo basta eso, san Marcos nos deja claro que ante todo está nuestro encuentro con Jesús, el inspirador y el modelo de la acción evangelizadora.

Los apóstoles no harán nada en nombre propio, porque son enviados de Jesús. El evangelizador no se predica a sí mismo, sus intereses son los de abrir caminos al Reino de Dios. Los discípulos saben muy bien qué les encarga Jesús: curar heridas, aliviar sufrimientos, regenerar vidas, liberar de miedos, contagiando la confianza en Dios, amando a todos por igual, anunciar una Buena Noticia.

Jesús los envía sólo con lo necesario para caminar: bastón, sandalias y una túnica. No se necesita de más para ser testigos de lo esencial. Jesús quiere que el evangelizador sea libre y sin ataduras, siempre disponible, sin instalarse en ningún lugar y sobre todo confiando en la fuerza del Evangelio.

P. Álvaro Frías Turrubiartes, MJ


Video reflexión del 15 de julio de 2012



Reflexión del Domingo 15 del Tiempo Ordinario


Te presento la reflexión del domingo 15 de julio de 2012. Puedes ver esta reflexión en la siguiente dirección: 


O bien encuéntrala al final del Blog de San Esteban.

El Papa nos invita a estar atentos a los que sufren (Versión pastoral)



Para nuestra formación

Queridos hermanos y hermanas: este domingo, el evangelista Marcos nos presenta el relato de dos curaciones milagrosas que Jesús realiza en favor de dos mujeres: la hija de unos de los jefes de la Sinagoga, llamado Jairo, y de una mujer que sufría de hemorragia (Ver: Marcos 5, 21-43). Son dos episodios en los que están presentes dos niveles de lectura; el puramente físico: Jesús se inclina sobre el sufrimiento humano y cura el cuerpo; y el espiritual: Jesús ha venido curar el corazón del hombre, a dar la salvación y pide la fe en Él. 

En efecto, en el primer episodio, ante la noticia de que la hijita de Jairo ha muerto, Jesús dice al jefe de la Sinagoga: “¡No temas; solamente ten fe!” (v. 36), lo lleva consigo hasta donde estaba la niña y exclama: “¡Muchacha, a ti te digo, levántate!” (v. 41). Y ella se levantó y se puso a caminar. San Jerónimo comenta estas palabras, subrayando el poder salvífico de Jesús: “Muchacha, levántate por mí: no por mérito tuyo, sino por mi gracia. Levántate por tanto por mí: el hecho de ser curada no ha dependido de tus virtudes” (Homilías sobre el Evangelio de Marcos, 3). 

El segundo episodio, el de la mujer afectada por hemorragias, pone nuevamente de manifiesto que Jesús ha venido para liberar al ser humano en su totalidad. En efecto, el milagro se realiza en dos fases: primero se produce la curación física, pero ésta está estrechamente ligada a la curación más profunda, la que dona la gracia de Dios a quien se abre a Él con fe. Jesús dice a la mujer: “¡Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad!” (Marcos 5, 34). 

Estos dos relatos de curación son para nosotros una invitación a superar una visión puramente horizontal y materialista de la vida. A Dios nosotros le pedimos tantas curaciones de problemas, de necesidades concretas, y es justo, pero lo que le debemos pedir con insistencia es una fe cada vez más firme, para que el Señor renueve nuestra vida, y una firme confianza en su amor, en su providencia que no nos abandona.

Jesús se hace atento al sufrimiento humano y nos hace pensar también en todos aquellos que ayudan a los enfermos a llevar su cruz, en particular a los médicos, a los que se dedican a la salud y cuantos aseguran la asistencia religiosa en los hospitales. Ellos son “reservas de amor”, que llevan serenidad y esperanza a los que sufren. 

En la Encíclica Dios es amor (Deus caritas est) hacía notar que, en este precioso servicio, es necesaria ante todo la preparación profesional – esta es una primera y fundamental necesidad – pero esta sola no basta. Se trata, en efecto, de seres humanos, que tienen necesidad de humanidad y de la atención del corazón. “Por ello, esos servidores, además de la preparación profesional, necesitan también y sobre todo una ‘formación del corazón’: se les ha de guiar hacia ese encuentro con Dios en Cristo, que despierte en ellos el amor y abra su espíritu al otro” (n. 31). 

Pidamos a la Virgen María que acompañe nuestro camino de fe y nuestro empeño de amor concreto, especialmente hacia quien tiene necesidad, mientras invocamos su materna intercesión por nuestros hermanos que viven un sufrimiento en el cuerpo o en el espíritu. 

Benedicto XVI
Angelus, 01 de Julio de 2012
Plaza de San Pedro

domingo, 8 de julio de 2012

Video Reflexión del Domingo 18 de julio de 2012


Reflexión del Domingo 14 del Tiempo Ordinario

Te presento la reflexión del domingo 08 de julio de 2012. Puedes ver esta reflexión en la siguiente dirección: 


O bien encuéntrala al final del Blog de San Esteban.



miércoles, 4 de julio de 2012

El Papa nos habla de formar el corazón al atender a los enfermos (Versión Pastoral)



Para nuestra formación

Queridos hermanos y hermanas: este domingo, el evangelista Marcos nos presenta el relato de dos curaciones milagrosas que Jesús realiza en favor de dos mujeres: la hija de unos de los jefes de la Sinagoga, llamado Jairo, y de una mujer que sufría de hemorragia (Ver: Marcos 5, 21-43). Son dos episodios en los que están presentes dos niveles de lectura; el puramente físico: Jesús se inclina sobre el sufrimiento humano y cura el cuerpo; y el espiritual: Jesús ha venido curar el corazón del hombre, a dar la salvación y pide la fe en Él. 

En efecto, en el primer episodio, ante la noticia de que la hijita de Jairo ha muerto, Jesús dice al jefe de la Sinagoga: “¡No temas; solamente ten fe!” (v. 36), lo lleva consigo hasta donde estaba la niña y exclama: “¡Muchacha, a ti te digo, levántate!” (v. 41). Y ella se levantó y se puso a caminar. San Jerónimo comenta estas palabras, subrayando el poder salvífico de Jesús: “Muchacha, levántate por mí: no por mérito tuyo, sino por mi gracia. Levántate por tanto por mí: el hecho de ser curada no ha dependido de tus virtudes” (Homilías sobre el Evangelio de Marcos, 3). 

El segundo episodio, el de la mujer afectada por hemorragias, pone nuevamente de manifiesto que Jesús ha venido para liberar al ser humano en su totalidad. En efecto, el milagro se realiza en dos fases: primero se produce la curación física, pero ésta está estrechamente ligada a la curación más profunda, la que dona la gracia de Dios a quien se abre a Él con fe. Jesús dice a la mujer: “¡Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad!” (Marcos 5, 34). 

Estos dos relatos de curación son para nosotros una invitación a superar una visión puramente horizontal y materialista de la vida. A Dios nosotros le pedimos tantas curaciones de problemas, de necesidades concretas, y es justo, pero lo que le debemos pedir con insistencia es una fe cada vez más firme, para que el Señor renueve nuestra vida, y una firme confianza en su amor, en su providencia que no nos abandona.

Jesús se hace atento al sufrimiento humano y nos hace pensar también en todos aquellos que ayudan a los enfermos a llevar su cruz, en particular a los médicos, a los que se dedican a la salud y cuantos aseguran la asistencia religiosa en los hospitales. Ellos son “reservas de amor”, que llevan serenidad y esperanza a los que sufren. 

En la Encíclica Dios es amor (Deus caritas est) hacía notar que, en este precioso servicio, es necesaria ante todo la preparación profesional – esta es una primera y fundamental necesidad – pero esta sola no basta. Se trata, en efecto, de seres humanos, que tienen necesidad de humanidad y de la atención del corazón. “Por ello, esos servidores, además de la preparación profesional, necesitan también y sobre todo una ‘formación del corazón’: se les ha de guiar hacia ese encuentro con Dios en Cristo, que despierte en ellos el amor y abra su espíritu al otro” (n. 31). 

Pidamos a la Virgen María que acompañe nuestro camino de fe y nuestro empeño de amor concreto, especialmente hacia quien tiene necesidad, mientras invocamos su materna intercesión por nuestros hermanos que viven un sufrimiento en el cuerpo o en el espíritu. 

Benedicto XVI
Angelus, 01 de Julio de 2012
Plaza de San Pedro

Reflexión del Domingo 08 de julio de 2012


14 Domingo del Tiempo Ordinario

La fuerza de Dios en las palabras de los “débiles”

Hoy el profeta Ezequiel después de haber tenido una visión espectacular de la presencia de Dios y haber escuchado sus alabanzas: recibirá de Dios una misión. La tarea que debe llevar a cabo no será para nada grata, por el contrario se trata de enfrentar a sus compatriotas que sufren el exilio. Recordarles la dureza de corazón que ellos han tenido para con el Señor. Sin embargo el mensaje del profeta no busca echar en cara, recriminar, humillar aún más al pueblo que ha vivido una experiencia como es el exilio. Recordemos que el Espíritu es el que invade a Ezequiel y será ese mismo Espíritu divino quien indicará a los suyos el gran amor que el Todopoderoso tiene por su pueblo, a pesar de la dureza de sus corazones.

En el Salmo 122 encontramos un elemento que continuamente se presenta a lo largo del salmo: los ojos. Esos ojos que permiten la mirada atenta del siervo hacia su señor o a su señora. Este mirar fijamente al amo era un símbolo de que se estaba atento a lo que se necesitaba el dueño. De la misma forma el creyente eleva su mirada al cielo a la espera de que el Señor manifieste una señal que sea signo de que librará a su pueblo de la humillación que sufre.

En la segunda lectura de la Segunda Carta de San Pablo a los fieles de Corinto escuchamos que el Apóstol habla de las revelaciones que ha tenido. Y nos preguntamos: ¿A Pablo le gusta presumir? ¿Cuál es la razón de que el Apóstol hable de esto? La comunidad de Corinto un tiempo estuvo molesta con el Pablo por no haber vuelto, como había prometido. Mientras esto pasaba llegaron algunos que intentaron dividir la comunidad y presumir de sus logros… por esta razón el Apóstol hablará también de sus logros. ¡No por presumir! Les hace ver que también el sufrimiento y la debilidad lo acompañan. No es fuerte por sí mismo: es Cristo que a través de su gracia lo sostiene.

En el Evangelio, Marcos nos presenta a Jesús en la sinagoga de su ciudad, un día sábado. Nos llena de asombro, al escuchar esta lectura, que sus paisanos, al oírlo hablar: lo desprecian. De allí que hoy escuchemos comentarios que hagan de menos las palabras que los sorprenden y la sabiduría que los desconcierta. Los comentarios van más allá y se convierten en actitudes de envidia: Jesús no puede ser grande pues ellos “saben” quien es Él y  “conocen” a sus padres, a su familia. Marcos, unos capítulos antes nos ha hablado de curaciones: a los endemoniados de Gerasa, a la mujer que padecía flujo de sangre y a la hija de Jairo. La actitud de falta de fe de los nazarenos, es decir, de su propia gente, hará que sólo sane a unos pocos enfermos. El desprecio de ese Jesús, al que ellos creían conocer, impedirán que se realice un gesto potente de parte del hijo del Carpintero.

P. Óscar Alejandro Hernández Zavala, m. j.