jueves, 19 de julio de 2012

El Papa nos invita a poner a Cristo como centro de nuestra vida (Versión pastoral)



Para nuestra formación

¡Queridos hermanos y hermanas! En el calendario litúrgico el 15 de julio es la memoria de San Buenaventura de Bagnoregio, franciscano, Doctor de la Iglesia y sucesor de San Francisco de Asís en la guía de la Orden de los Frailes Menores. Él escribió la primera biografía oficial de San Francisco, el Pobrecillo de Asís, y al final de su vida también fue Obispo de esta Diócesis de Albano. En una carta suya, Buenaventura escribe: «Confieso ante Dios que la razón que me ha hecho amar más la vida del beato Francisco es que ella se parece a los inicios y al crecimiento de la Iglesia». Estas palabras nos remiten directamente al Evangelio de este domingo, que presenta el primer envío en misión de los Doce Apóstoles por parte de Jesús. «Jesús llamó junto a sí a los Doce – cuenta san Marcos – y comenzó a enviarlos de dos en dos (...). Les ordenó que no tomaran nada para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinturón; sino: «Calzar sandalias y no llevar dos túnicas» (Marcos 6, 7-9). Francisco de Asís, después de su conversión, practicó a la letra este Evangelio, llegando a ser un testigo fiel de Jesús; y asociado de modo singular al misterio de la Cruz, fue transformado en «otro Cristo», tal como lo presenta San Buenaventura. 

Toda la vida de San Buenaventura, así como su reflexión acerca de Dios tienen como centro inspirador a Jesucristo. Esta centralidad de Cristo la encontramos en la segunda Lectura de la Misa de hoy (Efesios 1, 3-14), el famoso himno de la Carta de San Pablo a los Efesios, que comienza así: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo». El Apóstol muestra por tanto cómo se ha realizado este designio de bendición, en cuatro pasajes que comienzan todos con la misma expresión «en Él», referida a Jesucristo. «En Él» el Padre nos ha elegido antes de la creación del mundo; «en Él» tenemos la redención mediante su sangre; «en Él» nos hemos convertido en herederos, predestinados a ser «alabanza de su gloria»; «en Él» cuantos creen en el Evangelio reciben el sello del Espíritu Santo. Este himno paulino contiene la visión de la historia que San Buenaventura ha contribuido a difundir en la Iglesia: toda la historia tiene como centro a Cristo, que garantiza también novedad y renovación en toda época. En Jesús Dios ha dicho y dado todo, pero puesto que Él es un tesoro inagotable, el Espíritu Santo jamás termina de revelar y de actualizar su misterio. Por tanto, la obra de Cristo y de la Iglesia no retrocede, sino que siempre avanza. 

Queridos amigos, invoquemos a María Santísima, a quien mañana celebraremos como Virgen del Monte Carmelo, a fin de que nos ayude, como San Francisco y San Buenaventura, a responder generosamente a la llamada del Señor, para anunciar su Evangelio de salvación con las palabras y, ante todo, con la vida. 

Benedicto XVI
Angelus, 15 de Julio de 2012
Castelgandolfo