jueves, 19 de julio de 2012

Reflexión del domingo 22 de julio de 2012



Domingo 16 del Tiempo Ordinario

Sentirnos continuamente guiados por Dios, nuestro Pastor

Una de las virtudes que el Señor ama es la justicia: la Palabra de Dios es una invitación constante a vivir esta virtud. Jeremías después de haber denunciado la ausencia de la justicia por parte de los gobernantes y sus servidores les anuncia que vivirán momentos trágicos en una ciudad extraña y su tierra sufrirá la destrucción. Pero esta injusticia no sólo alcanza a los gobernantes sino además a los que guían espiritualmente al pueblo de Israel. Si gobernantes y líderes religiosos se han olvidado del pueblo: ¿Quién se preocupará de Él? ¡Dios es el verdadero pastor que promete reunir al Pueblo! ¡El Señor promete hoy, por boca del profeta, hacer surgir a alguien que verdaderamente guíe al pueblo por sus caminos a través de la justicia y la prudencia!

En el Salmo 22 encontramos nuevamente a Dios representado como un pastor. ¡Pero no es cualquier pastor! Es alguien que guía al pueblo en la confianza, en el cuidado, en el amor por sus ovejas: el cuida, alimenta y protege a los suyos aún en medio de la oscuridad. La figura de Dios como el Pastor de Israel la encontramos varias veces en la Biblia. Sin embargo este salmo nos muestra la experiencia del salmista de sentirse protegido, alimentado, y guiado por Dios.

La carta a los Efesios despierta a la conciencia del gran amor que Dios tiene por nosotros: nos hizo sus hijos, nos rescató, perdonó nuestros pecados, nos selló con su Espíritu. ¡Dios es rico en misericordia! Y nosotros hemos sido abrazados por este gesto de compasión de nuestro Padre del Cielo en la persona de Jesucristo. La promesa de un liberador que esperaba Israel, como pueblo elegido no sólo fue cumplida para ellos: ¡todos los pueblos son llamados a esa salvación! Por tanto estamos llamados a superar la división y el odio que Jesucristo ha destruido por la fuerza de la cruz. De allí que el cristiano está llamado con su actitud a dar prueba de vivir conforme a ese amor que tiene su base en el verdadero Amor divino.

Marcos nos presenta en los primeros capítulos de su Evangelio a Jesús, que cura, que se compadece, que elige a los doce para que lo ayuden en su misión, que enfrenta la ceguera de sus contemporáneos, que instruye a la gente en el amor del Padre, que vive la incomprensión de sus paisanos y que finalmente sufre con la muerte de Juan Bautista. Vemos a Jesús que hoy quiere apartarse para descansar con los suyos. ¡Las experiencias han sido fuertes y el trabajo ha sido duro! Sin embargo la gente acude a Él: ¡Y Él no la rechaza! Jesucristo toma la actitud del Padre de los cielos: recibir  a los que lo buscan, ser pastor para todos aquellos que tienen necesidad de sentir la presencia de Dios que verdaderamente los ama.

P. Óscar Alejandro Hernández Zavala, m. j.