En el Reino de Dios, como en el banquete, hay lugar para todos y nos exige corregir las prácticas que vayan en contra de este principio. Quienes son invitados a la fiesta deben vestirse adecuadamente: llevar "el traje de fiesta". Para nosotros los que seguimos a Jesús, el traje serían las obras que debemos vivir para "no perder" la salvación que a nos ha sido entregada incondicionalmente.
P. Gabriel Camilo Morales, m. j.
Boletín Parroquial del 12 de octubre de 2008.
Año 7. N. 41.