jueves, 6 de junio de 2013

Reflexión del Domingo 09 de junio de 2013



X DOMINGO ORDINARIO
La compasión de Jesús

Jesús llega a Naím cuando en la pequeña aldea se esta viviendo un hecho muy triste. Jesús viene acompañado de sus discípulos y de mucha gente. De la aldea sale un cortejo fúnebre. Una madre viuda, acompañada por sus vecinos, lleva a enterrar a su único hijo.

San Lucas nos describe la situación trágica de aquella mujer. Es una viuda, sin esposo que la cuide y proteja en aquella sociedad controlada por el hombre. La única salvación de la viuda era su hijo, pero también éste acaba de morir. La mujer no dice nada, solo llora su dolor.

El encuentro de Jesús con aquella mujer ha sido algo inesperado. En aquella escena hay dolor, hay sufrimiento. ¿Qué hará Jesús? La vio, se compadeció de ella y le dijo: “No llores”. Qué imagen tan elocuente de Jesús, el profeta de la compasión de Dios.

No conoce a la mujer, pero la mira detenidamente. Jesús se ha dado cuenta de su dolor y la soledad que ahora siente. El abatimiento de aquella mujer le llega hasta dentro, y por eso su reacción es inmediata: no llores. Jesús tiene claro que en ningún caso la actitud de Dios es la de castigar o hacer sufrir a nadie, y menos a una pobre viuda.

Jesús no lo piensa dos veces y actúa. Se acerca al féretro, detiene el cortejo y dice al muerto: “Joven, yo te lo mando, levántate”. Aquel joven se reincorpora, comienza a hablar y Jesús se lo entrega a su madre. Una escena conmovedora. La madre de nuevo tiene a su hijo y ya no estará sola. A ella regresa la felicidad, la alegría, la esperanza. Aquella mujer vuelve a tener vida.

Todo parece tan sencillo. En el relato no se insiste en el aspecto prodigioso de lo que ha hecho Jesús. A lo que se invita es ver la revelación de Dios como misterio de compasión y fuente de vida, capaz de salvar incluso de la muerte. Es la compasión de Dios la que hace a Jesús tan sensible al sufrimiento de la gente.

Como cristianos no es necesario tener la capacidad de resucitar a un muerto para ser testigos de la vida y llevar vida a todas partes. Es movernos por la compasión que haga llevar alegría y optimismo a todas partes.

P. Álvaro Frías, mj