sábado, 12 de mayo de 2012

Reflexión Domingo 13 de mayo de 2012


Sexto Domingo de Pascua

Dios no conoce frontera para manifestar su amor

En el libro de los Hechos de los Apóstoles encontramos hoy a Pedro que se dirige a casa de Cornelio, que es un pagano, es decir que no profesa la religión judía. Simón Pedro antes de llegar a la casa de ese extranjero ha tenido una visión que le ha permitido descubrir que todo los alimentos, que Dios ha creado, son puros. Por una parte el apóstol corregirá una visión errada, acerca de la pureza de todo lo creado. Y, por otra parte, al entrar en la casa de Cornelio Pedro caerá en la cuenta que no sólo los judíos son el pueblo elegido por Dios sino que se dará cuenta que la salvación y los dones del Señor son para todos aquellos que viven de acuerdo a Él.

El Salmo 97 invita a la alabanza de Dios no a unos pocos, sino a toda la tierra. Pues todo ser humano puede experimentar que los otros dioses, ante el Todopoderoso, no tiene poder alguno. Todos los pueblos están llamados a descubrir que el Dios de Israel es Rey, Creador y juez de este mundo. El salmista nos dirá que Dios tiene en cuenta la justicia al momento de juzgar, pues esta virtud forma parte de su identidad como Dios y Señor de todo.

Hoy San Juan nos dice, a través de su carta, una verdad que nos conmueve: ¡Dios es amor! ¡Nuestro Dios nos ama! Y de Él ha partido la iniciativa de mostrarnos ese Amor a través de ese Hijo suyo que ha vivido, ha padecido, muerto y resucitado: ¡Se ha entregado sólo por  mostrarnos hasta qué punto nos ama! Por eso el cristiano no puede hacer otra cosa que amar y darse con esa misma entrega a sus semejantes como signo de que verdaderamente se conoce y se ama a Dios.

El domingo pasado meditábamos acerca de que Jesús era la vid y nosotros los sarmientos. Jesús decía que separados de Él no podíamos hacer nada, pues todo aquel que se separa de la vid prueba la muerte. Por eso hoy Jesús nos invita a permanecer unidos a aquello que nos puede dar la vida. ¿A qué se refiere Jesucristo? A permanecer unidos a Él a través de guardar sus mandamientos. Juan nos muestra que la manera de pensar del discípulo deber ser semejante a la del Maestro. Si Cristo nos ha amado: ¡Debemos amar! Sólo el que ama dará testimonio que imita a Dios en su actitud de amor.

P. Óscar Alejandro Hernández Zavala, m. j