viernes, 17 de febrero de 2012

Meditación del domingo 19 de febrero de 2012

Domingo 7 del Tiempo Ordinario

Dios se apiada de nosotros

Isaías en el capítulo 43 descubre, en un primer momento, como Dios ha sido quien ha creado, formado y rescatado a Israel. Le recuerda como lo ha acompañado y no ha dejado que lo arrastren las aguas ni lo queme el fuego: ¡Porque el Señor es el Salvador del pueblo! Pero los israelitas se encuentran dispersos. ¿Qué cosa les puede dar esperanza? El profeta les anuncia que Dios los llamará del destierro, de los lugares entre los que se hayan dispersados. Y ¿Cuál será la garantía de esta promesa?¡No hay que ir al pasado: el pueblo puede dar testimonio de quién es Yahvéh! ¡Hay que abrir los ojos y ver lo que Dios está realizando por su pueblo: pues Él perdona y acompaña aún cuando los hombres hayan abandonado y olvidado a su Señor!

En el Salmo 40 encontramos que el salmista llama dichoso a aquel que se ocupa del pobre, de aquel que está indefenso. No se trata en definitiva de tener una actitud simplemente caritativa hacia el débil: se trata sobre todo de imitar a Dios en su actitud misericordiosa hacia los seres humanos.

En el primer capítulo de la 2ª Carta a los cristianos de Corinto el apóstol les ha hecho notar que el consuelo que recibe de Dios es el mismo que él da a la comunidad. Ciertamente el Apóstol ha vivido momentos difíciles, pero al final el Señor manifiesta su misericordia. Pablo debe tomar decisiones en el modo de evangelizar a sus comunidades: debe ir a una, partir a otra, regresar y volver al punto de partida. ¿En este ir y venir; sufrir y gozar hay indecisión? ¡Ciertamente no! Es Cristo quien manifestado su salvación y seguirá mostrándola. Dios no deja las situaciones inconclusas: Él cumple su palabra. Jesús siempre irá con nosotros y lo constatamos por las primicias del Espíritu que llevamos en nosotros.

En el capítulo 2do de San Marcos vemos que en una casa se ha juntado tanta gente que no permiten que nadie más entre. Recordemos que Jesús ha sanado a algunos que se encontraban dominados por algunos espíritus. ¡Todo esto ha despertado interés por la obra del Maestro! Llama la atención la fe de unos hombres que no los detiene la multitud: ¡Descuelgan una camilla por el techo! Y sorprende, además, las palabras de Jesús hacia el enfermo: "Hijo, tus pecados quedan perdonados". Recordemos que en el tiempo de Jesús enfermedad era igual a pecado. Jesús quiere hacer ver que Él tiene poder no sólo de dar salud, sino de perdonar. Pues si se pensaba que sólo Dios podía perdonar los pecados y levantar a un paralítico: Jesús, manifestará con sus palabras y sus obras, que Él es la presencia palpable del Señor en medio de su pueblo.

P. Óscar Alejandro Hernández Zavala, m. j.