domingo, 30 de septiembre de 2012

Reflexión 30 de septiembre de 2012



26 Domingo del Tiempo Ordinario

Estar en sintonía con la voluntad de Dios

Para Moisés no fue fácil ser el guía del pueblo de Dios. El pueblo que salió de Egipto no siempre supo enfrentar las dificultades que encontró por el desierto. Ciertamente ellos quería libertad, pero se olvidaron que cruzar, por largo tiempo, ese lugar árido tendría momentos ¡Más que difíciles! Moisés en algún momento sintió el peso de estar al frente del pueblo: ¡Llegó a hartarse! Sin embargo no se echó atrás y Dios le concedió una ayuda para poder llevar adelante su misión. Dios le dio, a 70 ancianos, un espíritu semejante al de Moisés para ayudarlo en su misión. El libro de los números nos presenta en qué forma surgen los celos entre los servidores de Moisés. De esos 70 elegidos dos no estaban en el tiempo señalado y en el lugar preciso. Sin embargo había recibido ese Espíritu. Y algunos buscan que no se les permita actuar. Los que piensan así no son los extraños: ¡Son los más cercanos a Moisés! Sin embargo éste se alegra porque Dios realiza sus obras en medio del pueblo.

Cuando amamos algo buscamos distintos modos de nombrar esa realidad. En el salmo 18 el creyente utiliza diferentes formas para describir la Palabra de Dios y señala distintos frutos que se obtienen cuando uno está atento  a esa Palabra.  El salmista nos ofrece distintos modos de llamar a la Palabra y distintas realidades que ella nos hace experimentar:

1)   La ley del Señor es perfecta y es alivio para el alma
2)   Los decretos del Señor son confiables  y dan sabiduría al sencillo.
3)   El temor del Señor es puro y permanece para siempre.
4)   Los juicios del Señor son verdad y enteramente justos.

La Palabra del Señor tiene poderosos dones para quien la escucha. El salmista está atento a la Palabra no sólo para alcanzar el auxilio de Dios sino para encontrar en ella humildad y la capacidad de vivir conforme a lo que ella pide.

Dios nos ha dado todo. Jesús, su Hijo, nos ha entregado el más precioso regalo: su propia vida. Los cristianos están llamados a ser discípulos de Cristo y aún más: están invitados a imitar al maestro en su generosidad y en su caridad hacia el pobre. Al hablar de esa generosidad de Dios el apóstol se verá en la obligación de hablar a los ricos. Santiago hablará a aquellos que se enriquecen por medio de la corrupción, y también a aquellos que se olvidan las necesidades de sus hermanos y hermanas. Santiago, al igual que Jesús, hablará a la comunidad para prevenirla de la ambición. El dinero puede convertirse en un falso dios que puede conducir, a aquel que vive para él, a la destrucción y a la muerte.

Marcos nos presenta una situación especial: alguien que no es apóstol está curando en el nombre de Jesús. Para algunos, que son sus discípulos, esto resulta algo incorrecto. Sin embargo, Jesús les enseñará un gran verdad: el que está con nosotros está a nuestro favor. Es decir todo aquel que desea el bien hará cosas buenas. Para Jesucristo la señal de ser auténtico Hijo de Dios se encuentra en el deseo de imitarlo en su testimonio de amor, en el cuidado de los pequeños y en seguir el camino que conduce al Padre.

P. Óscar Alejandro Hernández Zavala, m. j.