viernes, 7 de septiembre de 2012

Reflexión del domingo 09 de septiembre de 2012



Domingo 23 del tiempo ordinario

Curar la sordera

La escena que nos muestra san Lucas este domingo es conocida. Le presentan a Jesús un hombre muy especial; ni oye ni habla. Vive encerrado en sí mismo sin comunicarse con nadie. No se entera de que Jesús está pasando cerca de él y por eso son otros quienes lo acercan al Profeta.

La actuación de Jesús también es especial. No impone las manos sobre él como se lo han pedido, sino que lo toma y lo lleva aparte a un lugar retirado de la gente. Jesús quiere que el enfermo sienta su contacto curador. Solo un encuentro profundo con Jesús podrá curarlo de una sordera tan tenaz.

Después de tocar los oídos y la lengua, Jesús acude al Padre, fuente de toda salvación: mirando al cielo suspira y grita una sola palabra al enfermo “¡Effetá!”, es decir “¡Ábrete!”. Es la única palabra que pronuncia Jesús en todo el relato. Pero la palabra no está dirigida a los oídos del sordo, sino a su corazón.

Sin duda, san Marcos quiere que esta palabra de Jesús resuene con fuerza en cada uno de los hombres y mujeres que escucharán este relato, porque seguramente conoce a más de uno que vive sordo a la Palabra de Dios. Cristianos que no se abren a la Buena Noticia de Jesús ni hablan a nadie de su fe. Comunidades sordomudas que escuchan poco el Evangelio y no saben qué comunicar. Estamos ante el “pecado” de la sordera, porque no nos detenemos a escuchar el Evangelio de Jesús. Cuando abramos nuestros oídos podremos encontrar a Jesús en cada uno de nuestros hermanos que necesitan de nuestra presencia, especialmente los pobres, a quienes Dios eligió para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino.  

Hay que saber escuchar esas palabras que Dios dirige a cada uno de nosotros: “¡Ánimo! No teman. Su Dios viene ya para salvarlos”. Ante esas palabras se acaban nuestras enfermedades y temores.

P. Álvaro Frías Turrubiartes, m. j.