viernes, 27 de enero de 2012

Meditación para el próximo domingo 29 de enero de 2012

IV Domingo del Tiempo Ordinario

En Dios se encuentra la verdadera libertad

El pueblo que camina por el desierto, hacia la tierra prometida se encontrará en su camino con pueblos que adorarán otros dioses y buscarán el consejo de los hechiceros para resolver sus inquietudes. Israel se enfrentará a la tentación de querer ir detrás de esos dioses y a encontrar solución en los consejos de sus adivinos. Dios invita a su pueblo, en este pasaje del Deuteronomio, a confiar en aquel profeta que Él dará a su pueblo para hacer su voluntad. Ni en la adivinación, ni en la magia, ni en el encantamiento el pueblo encontrará el querer de Dios. La voluntad del Señor se encontrará en las palabras que Él ponga en los labios del profeta. Cumplir esas palabras será para el pueblo fuente de vida. No escucharlas o seguir a otros dioses le traerá la muerte a los suyos.

El Salmista nos invita a reconocer al Dios de Israel como único Dios. Reconocerlo como el creador de todo, como el dueño de todas las cosas y a través de este reconocimiento ¡Amarlo y alabarlo! Es una invitación a no endurecer el corazón olvidando las maravillas que Él ha obrado, y realiza aún, por su pueblo.

San Pablo es alguien que ha decidido seguir al Señor plenamente. En su amor por Dios y por la causa del Evangelio Pablo invita los cristianos de Corinto a vivir la vocación cristiana preocupados exclusivamente por las cosas de Dios. Es bueno el matrimonio, pero Pablo también les habla de darse cuenta que el consagrarse a Dios es algo que hace que el fiel viva sólo dedicado al Señor.

Marcos nos habla, en este primer capítulo de su evangelio, acerca de cómo el Señor se ha ido mostrando: primero a Juan, el Bautista y luego a sus discípulos. Hoy encontramos, en este trozo del Evangelio, como Cristo manifiesta con sus obras un nuevo signo del Reino: la expulsión de los demonios. Este gesto no sólo aleja el mal de aquellos que se encontraban esclavizados por los espíritus malignos, sino que este gesto sorprende y confunde a todos los que ven esta acción de Dios a través del Nazareno.

P. Óscar Alejandro Hernández Zavala, m. j.