sábado, 10 de marzo de 2012

Reflexión domingo 11 de marzo de 2012

Jesucristo: el gran signo del amor de Dios

Si hay una idea que marca el libro del Éxodo es que Dios ha liberado al pueblo de Israel. En el desierto el pueblo experimentará en las diversas pruebas de su camino la tentación de olvidarse de Aquel que verdaderamente lo ha librado de la esclavitud. Para el Israelita el primer mandamiento es clave, pues mucho dependía de su relación con Dios la relación con su hermano. Si los tres primeros mandamientos son importantes porque dicen relación con Dios, los siete mandamientos restantes de la Ley reflejan que el respeto a Dios tiene una profunda relación con el amor al prójimo.

En el Salmo encontramos distintos modos de llamar a la Palabra de Dios. El salmista no tiene como objetivo buscar palabras semejantes para decir la misma idea. El creyente trata sobre todo de expresar los efectos de esa Palabra, y descubrir lo que ella es capaz de hacer en la vida del que es fiel al mandato de Dios.

Recordemos que en el ambiente en que Pablo evangeliza es un ambiente griego: un ambiente en que cuenta mucho la Palabra, las ideas, los modos de construir el pensamiento. Y por otro lado también el Apóstol se encuentra con judíos que conocen la historia de la Salvación y quiere una prueba de que la predicación de Pablo de Tarso es verdad. ¿Qué cosa predica Pablo? Pablo predica a Jesucristo. Y este muerto en cruz. Es un mensaje que a pesar de no tener la lógica que querían los griegos ni el signo que esperaban los judíos. Se ha convertido en fuerza y sabiduría de Dios.

Juan nos presenta en su Evangelio una de las escenas en que Jesús aparece de un modo poco acostumbrado. Hoy el Maestro echa del templo a los vendedores y a los cambistas con un látigo de cordeles. Hoy Jesucristo, a través de su acción, les da un signo fuerte a la gente de su tiempo de lo que Dios quería: echar del templo lo que no debe estar en Él. Por otro lado los judíos le piden el signo de su autoridad. Y Jesús se los propone: ¡Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré! Esto provocará escándalo en los que no son de Jesús, sin embargo para los discípulos, en el día de la Resurrección, estas palabras serán el signo potente de la acción de Dios y del cumplimiento de ese mismo signo anunciado por el Maestro.

P. Óscar Alejandro Hernández Zavala, m. j.