miércoles, 25 de abril de 2012

Reflexión del Domingo 29 de abril de 2012


Cuarto Domingo de Pascua

Ser testigos de la salvación de Jesús

En los Hechos de los Apóstoles encontramos a Pedro y a Juan que han sido apresados por predicar en nombre de Jesús y por haber dado la salud a un enfermo. Los ancianos, los maestros de la Ley y los saduceos quieren conocer cuál es el origen de los signos que realiza Pedro. Simón, sin temor alguno, da testimonio de todo lo que Dios hace por su medio lo realiza en nombre del Señor. El apóstol los enfrenta a su responsabilidad en la muerte de Jesucristo y de cómo ellos lo han despreciado… sin embargo les hace saber que Dios ha puesto en Jesús de Nazaret  la causa de salvación para todo el que cree en Él: la prueba de la verdad de lo que dice Simón Pedro se encuentra en el tullido de nacimiento que está presente, totalmente sano, en ese mismo momento en que los apóstoles son cuestionados.

En el Salmo 117 encontramos al creyente que da testimonio de aquello que Dios hace ha hecho por él. El salmista ha clamado y Dios lo ha escuchado. Ha estado rodeado, cercado por sus enemigos, incluso empujado para ser derribado: ¡Pero el Señor lo ha salvado! No se trata de una experiencia pasada: este hombre de fe sabe que Dios no lo abandonará a la muerte, es consciente de que aquello los hombres desprecian: para Dios es fuerza. Por ello el salmista, agradecido, eleva a Dios su voz por aquello que le ha dado.

En la Primera Carta de San Juan el autor nos ha invitado a vivir de acuerdo a Cristo, a caminar en la luz, a confesar nuestros pecados para recibir el perdón, a guardar sus mandatos, a amar a nuestros hermanos, a ser de Cristo: todo ello da un signo de que amamos verdaderamente a Jesús. Pues Dios no nos ama de cualquier manera: hoy se nos dice que el Padre del Cielo nos ama de tal forma que nos ha llamado hijos. Y no pensemos que se trata solamente de una forma de nombrarnos: ¡se trata de una realidad nueva para cada uno de nosotros! De allí que se tenga que vivir de una manera nueva tal como nos invita el apóstol.

Juan, un poco antes del pasaje que hoy nos ofrece el Evangelio,  presenta a Jesús como aquel que ha curado a un ciego de nacimiento. Las autoridades judías lo han expulsado por creer en Jesús. Ese hombre ha descubierto en Cristo a alguien que es escuchado por Dios, que vive conforme a Él y que hace cosas que ninguno hacía. Hoy Jesús se identificará como el Buen Pastor. Recordemos que la imagen de pastor se presenta varias veces en el Antiguo Testamento. Y esa imagen recuerda el cuidado de Dios, su cercanía y su amor por el pueblo. En lo que Jesús nos presenta en el Evangelio Jesús invita a estar atentos a aquellos que se dicen pastores y dejan morir al rebaño: Jesús es el buen pastor que no solamente conoce a sus ovejas, sus ovejas también lo conocen a Él. Lo más sorprendente de todo es que Jesús no sólo cuida de sus ovejas: da su vida por ellas.

P. Óscar Alejandro Hernández Zavala, m. j.