domingo, 15 de abril de 2012

Reflexión domingo 15 de abril de 2012


Segundo Domingo de Pascua

Saber descubrir los signos de la presencia de Dios

En el capítulo cuarto de los Hechos de los Apóstoles Pedro se ha defendido ante el jefe de los sacerdotes del milagro que ha hecho de sanar, en el nombre de Jesús, a un hombre tullido de nacimiento. Este signo, fortalecido por las enseñanzas y las obras de Cristo, harán que el número de los creyentes aumente. El autor del libro de los Hechos no sólo se fija en el mayor número de cristianos, sino que centra su mirada en el testimonio que ellos dan de unidad, de generosidad y de tener un mismo sentimiento. Los Apóstoles herederos del espíritu del maestro disponen, para el bien de la comunidad, lo bienes que ésta, en generosidad cristiana, pone a su disposición.

En el Salmo 117 encontramos a un creyente que reconoce las obras de Dios no sólo en la experiencia de Israel, ni sólo en los justos del Antiguo Testamento: sino en su propia experiencia de creyente que se ha sentido rodeado y acosado y ha experimentado el gran peligro de muerte. Si por un lado ha vivido una experiencia difícil es el hombre que también ha vivido en carne propia la corrección, la vida, y la salvación que viene de Dios.

En el capítulo cuarto de la carta de San Juan, el autor nos invita a saber distinguir cuando una inspiración viene de Dios y cuando nos encontramos de frente a una realidad que va en contra de Él. El que actúa conforme a Dios tiene la capacidad de amar, a ese Dios, en el hermano, reconocerlo en Jesús y a ir en contra el espíritu de error. Amar a Cristo, nos dice hoy Juan, es amar su ley y amar a los que viven como Él. Jesús ha venido por medio del agua y la sangre. En esa agua podemos ver reflejado el bautismo que nos lo manifiesta como el Hijo, y por otra parte, podemos ver en el agua y la sangre que brotan de su costado herido, aquello que nos brinda salvación. Es el Espíritu de Dios quien dará testimonio de esta verdad.

El evangelista San Juan presenta, en el mismo día de la Resurrección, la manifestación del Resucitado a los apóstoles y el don del Espíritu Santo, por parte de Jesús, a los suyos. Junto al don del Espíritu recibirán también el don de la paz. No obstante que Jesús se ha manifestado hay uno, que por haber estado ausente no cree. ¿Por qué? porque debe ver y tocar las heridas del Maestro. Jesús ocho días más tarde se manifestará a ese apóstol y le echará en cara su falta de fe. La experiencia del encuentro de Tomás con Cristo no será la experiencia de un encuentro cualquiera: lo hará enfrentarse a la prueba extrema de tocar llagas de manos y costado. La experiencia del apóstol lo llevará a encontrar en Jesús Nazaret no sólo al Señor sino a Dios mismo.

P. Óscar Alejandro Hernández Zavala, m. j.