miércoles, 25 de abril de 2012

El Papa habla sobre la oración como alimento de nuestra vida


Para nuestra formación

Benedicto XVI la oración, esencial para dar sentido a las actividades cotidianas

Ciudad del Vaticano, 25 abril 2012 (VIS).- Si la oración y la Palabra de Dios no alimentan nuestra vida espiritual, corremos el riesgo de que los mil trabajos y preocupaciones de la vida cotidiana nos sofoquen; rezar nos hace ver la realidad con ojos nuevos, y nos ayuda a encontrar el camino en medio de las adversidades. Así lo ha afirmado hoy Benedicto XVI en la catequesis de la audiencia general de hoy, pronunciada ante más de 20.000 fieles reunidos en la plaza de San Pedro.

El Papa ha explicado en su discurso cómo la oración impulsó a la Iglesia de los primeros tiempos para seguir adelante en medio de las dificultades, y cómo puede ayudar al hombre de hoy a vivir mejor. “La Iglesia -ha dicho el Pontífice-, desde el inicio de su camino, se ha encontrado con situaciones imprevistas que ha tenido que afrontar, nuevas cuestiones y emergencias a las que ha tratado de dar respuesta a la luz de la fe, dejándose guiar por el Espíritu Santo”.

Benedicto XVI recordó que los santos “han experimentado una profunda unidad de vida entre oración y acción, entre amor total a Dios y amor a los hermanos”. San Bernardo, modelo de armonía entre ambos, “afirma que demasiadas ocupaciones, una vida frenética, a menudo terminan por endurecer el corazón y hacer sufrir al espíritu. Es una advertencia preciosa para nosotros en la actualidad, ya que estamos acostumbrados a valorar todo con el criterio de la productividad y de la eficiencia. El episodio de los Hechos de los Apóstoles nos recuerda la importancia del trabajo, del esfuerzo en las actividades cotidianas, que hay que desarrollar con responsabilidad y dedicación; pero también nuestra necesidad de Dios, de que nos guíe, de su luz que nos da fuerza y esperanza. Sin la oración diaria vivida con fidelidad, nuestro obrar se vacía, pierde el alma profunda, se reduce a un simple activismo que nos deja insatisfechos. (…) Todos los pasos de nuestra vida, todas las acciones -también las de la Iglesia- deben ser hechas ante Dios, en la oración, a la luz de su Palabra”.

Cuando la oración se alimenta con la Palabra de Dios, “se ve la realidad con ojos nuevos, con los ojos de la fe, y el Señor, que habla a la mente y al corazón, da nueva luz al camino en cualquier situación. Nosotros creemos en la fuerza de la Palabra de Dios y de la oración. (…) Si los pulmones de la oración y de la Palabra de Dios no alimentan la respiración de nuestra vida espiritual, nos arriesgamos a ahogarnos en medio de las mil cosas de todos los días. La oración es la respiración del alma y de la vida”.

Para terminar, Benedicto XVI subrayó que, cuando oramos, “incluso cuando nos encontramos en el silencio de una Iglesia o de nuestra habitación, estamos unidos en el Señor a numerosos hermanos y hermanas en la fe, como un conjunto de instrumentos que, manteniendo su individualidad, elevan a Dios una única gran sinfonía de intercesión, de acción de gracias y de alabanza”.